domingo, 24 de mayo de 2015

Cuando sonríes

Cuando sonríes los pájaros recién nacidos aprenden a volar.
Cuando sonríes todas las palabras de odio dejan de ser pronunciadas.
Cuando sonríes los mares encuentran nuevas formas de batir sus aguas,
y las flores, nuevas razones para ofrecer su color y perfume.
Cuando sonríes mis penas desaparecen con el viento.

Mil secretos se esconden detrás de tus ojos.
Guardadas bajo cien llaves están todas tus purezas.
Intentaré acumular aquellas, grandes, pequeñas y efímeras,
que me lleven a abrir tus más cuidados cerrojos.

Cuando sonríes la tierra se nutre de la humedad del amor.
Cuando sonríes la luna y todas las estrellas te maldicen, envidiosas.
Cuando sonríes todas mis razones para odiar lo fácilmente odiable desaparecen,
y mis broncas se esfuman ante el fulgor de tu belleza.
Cuando sonríes mi piel se eriza, tiernamente.

Y no escatimaré en besos si hay que vestir tus debilidades.
Seré tu protector eterno, cuando sonríes y cuando no.
Pretenderé ser tuyo siempre,
porque cuando sonríes, cuando expandes las alas de tu boca,
todas las sonrisas se extinguen en un instante,
y se resignan a sus pueriles realidades.

No te preocupes madre

Si algún día necesitas dejarme volar...
hazlo, con la libertad de un aventurero.
No te preocupes por mí, madre mía,
que yo llevaré tus manos, aún, sobre mis hombros.

No dejaré por mis espaldas tus enseñanzas,
no abandonaré ni un hálito de tus consejos,
siempre tendré en mis espaldas
tus escasos errores y tus grandes aciertos.

Sabré andar solo, te lo prometo.
Te haré un homenaje en cada puerto.
Mi viaje será una fábula...
como aquellas que me has contado, con gran acierto.

Y sé que en cada bocanada de aire
lamentaré la falta de aquellas brisas de tu hogar,
que alguna vez fueron mías,
aquellas de olores de pino, jazmines y un rosal.

No te preocupes madre,
que sabré responder ante el mundo,
estaré a la altura, con creces, como tú.
Jamás cruzaré la calle sin mirar a ambos lados,
seré muy buen amigo, buen hermano y buen hijo.
No te preocupes madre,
no andaré metiéndome en problemas,
ni le faltaré el respeto a los mayores...
No te preocupes madre,
intentaré ser mejor de lo que he estado siendo.
No te preocupes madre,
quizás me vaya, a veces,
pero siempre estaré volviendo.

Sin traducción

Tu voz sonó como un camino...
uno de aquellos que te abren mundos;
aquellos que entregan historias a tus pasos;
un camino que lo tiene todo:
escaleras eternas y pozos profundos.

Y luego de tu voz, hubo tu aliento...
en él se escondieron secretos de cuentos;
en él amanecieron esperanzas,
y amores increíbles,
como de otros lugares y otros tiempos.

La habitación se mantuvo serena...
La luz se intimidó con mi pensamiento;
éramos tu y yo, y todas los sonidos del mundo,
transformándose en nuevos sabores y aromas,
parafraseando lo que siento.

Y yo te escuché, atento.
De tus manos volaron millones de aves
y mariposas, al mismo tiempo.
Yo quise contarte todos mis sueños,
pero sin voz pude solo estremecerme
con los miles dialectos de tu cuerpo.

De gotas y luz (o Tú y Yo)

Las gotas se retumbaron sobre las oxidadas chapas de mi esperanza,
y me acordé de tus lágrimas, tantas veces derramadas en vano.
Fue por mí que has secado tus mares en días tristes.
Fue mi culpa tu dolor.
Esa idea atormentó sin permiso
mi tranquilo momento.

La lluvia me recordó aquellas penas que van quedando atrás
y que hoy intentan ser sólo rocío en nuestro césped.
Lentamente vamos construyendo nuestro sol,
dándole lugar al fulgor
que secará esos pensamientos
que ya no son bienvenidos.

Y eres tu...
quien ha devuelto la imagen de mis espejos,
quien promete reescribir los senderos,
quien abrió las ventanas de mis encierros.
Eres tú, amada mía,
quien encarna mis propósitos,
quien se iluminará de mi nueva luz,
quien me abrazará en las noches,
cuando no me sienta tan eterno.

Por los recovecos de mis puertas apareció el fulgor.
La luz se coló por los baches de aquellos días.
Y aquellos mares que ayer ahogaron mis cosechas
hoy nutren mis cientos de parques de siembra,
dulcemente,
desde tus lágrimas de alegría.

Y soy yo...
quien encontrará las llaves de tus secretos,
quien descubrirá islas en tus mares,
y oasis en tus desiertos.
Soy yo, amada mía,
quien te sostendrá en cada tropiezo,
y alejará los fantasmas de tus miedos.

Soy yo,
quien tratará de convertir en rosas cada lamento,
quien te amará por siempre,
y te cuidará dulcemente
en todo momento.

No preciso

No preciso recorrer otras playas,
para saber que tu arena es la más perfecta
para mis mares.

No necesito arrancar las flores de todos los jardines,
marchitando mil primaveras,
porque sé que tu perfume es irrepetible.

No hace falta cruzar arcoiris imposibles,
buscando cual tesoro,
porque sé que no habrá color más bello que el de tus ojos.

No preciso hacer camino al andar,
atravesando bosques de cuento,
porque sé que todos los senderos siempre me llevarán a ti.

No necesito vivir historias ni fábulas,
porque no habrá hechizos ni conjuros,
que superen la magia de nuestro encuentro.

No hace falta viajar en el tiempo,
para saber que estaremos juntos,
cuidándonos en cada momento.

No hace falta todo eso
para saber que eres única en el mundo...
Pero igualmente, juntos,
recorreremos cientos de playas de ensueño,
juntaremos flores para adornar nuestro hogar,
viajaremos en arcoiris de colores imposibles,
para conocer bosques de fábula
y trazar caminos al andar.
Y aunque no podamos viajar en el tiempo,
soñaremos con mundos posibles,
inventando buenos momentos,
días de hermosas canciones,
tardes de amor,
y noches eternas de cuentos.

Ámame

No me ames con calma,
con la mansedumbre de la paciencia.
No me ames desde tus bondades,
ni con las aguas más claras de tu conciencia.

No me ames como el posar de una mariposa,
con las miradas de una madre primeriza.
No me ames en claras mañanas,
de azules de acuarela y bellas rosas.

No me ames con cortesías nuevas,
con dulzura de bombones.
No me ames con sabores suaves,
ni con caricias a montones.

No me des nada de eso.
No seas las estrellas de mi cielo nocturno,
ni las olas de mis playas de desierto,
no seas quien inventa colores para maquillar mis grises.

No seas nada de eso,
No me lo des, si no apareces cuando el mundo duele,
si no abres tus alas cuando el viento sopla fuerte,
si no me buscas para guarecerte.

No me ames mansamente.
Ámame con piel quitada, con corazón en mano.
Ámame desde lo más crudo, desde el dolor y el llanto,
y también desde la alegría.
Ámame, completa y entregada.
Ámame viva y muerta, desgarrada y entera.
Ámame,
como yo te amo a ti,
como la rama que se quiebra
y se entrega a la suerte del viento.

Puedo como ayer

Puedo mirarte cada día
y encontrar esos ojos que ayer vi,
aquellos, más fuertes que mi destino,
aquellos que han convertido guerra en armonía.

Puedo sentir la misma frescura
si roso tu boca en estos días,
aquella boca que ha provocado encuentros
de cordura eterna y necesaria locura.

Puedo oírte hoy como ayer,
como quien oye el cielo en la tormenta,
con certera admiración y calma,
como quien no cree merecer.

Y puedo hoy,
en este hoy que ya no es el de ayer,
sentirte con luz y sombra,
para amarte entera y verdadera
ya sin penas ni tal vez.

De ti y no de ti

Hay veces,
que me distraigo mirando mis dedos
y busco en mis huellas las marcas de tus manos,
inútilmente,
porque no tengo eso de ti.

Hay veces,
que observo en vano mi rostro y no encuentro
la finura exagerada de tus gestos,
ciertamente,
porque no tengo eso de ti.

Hay veces,
que trato de peinarme a tu manera,
de reír a tu modo,
de conversar como tú,
y aunque intente mil maneras de cargarme tu aspecto,
es inútil,
no hay manera de parecerme a ti.

Pero hay otras veces,
en aquellos momentos más profundos,
como cuando doy un abrazo,
cuando muevo mi pluma,
cuando doy un consejo,
o simplemente ayudo a un amigo...

En esos gestos que salen del centro,
en la mano extendida,
en el corazón vivo,
cuando lloro y camino,
cuando soy el de adentro...

Es entonces que siento,
y casi puedo convencerme
de que tú estás,
cotidianamente,
cuando intento orgulloso parecerme.

En guerra o armonía

Si el hueco donde yacen mis fracasos no viste profundo,
abrazaré la complejidad de tu ser,
me bañaré de tu alma,
y me aferraré a ti como a una idea.

Si los dolores de tus adentros no secan al sol,
destruiré la dureza de tu armadura,
visitaré tus pasiones, para cautivarte,
y te contaré de mi esperanza renacida.

Si los dolores mundanos no abandonan su guerra,
dinamitaré los simientes de la rutina,
llevaré a fuego la monotonía,
y lograré sorprenderte cada día.

Porque eres para mí, y yo he nacido para ti,
y aquí no atañen diferencias.
Porque pertenecerte es mi propósito,
y hacerte mía, mi osadía.

Por eso, estaré a tu lado en saltos y tropiezos,
y crearé mundos de alegría,
y te ameré siempre, sin pausa ni letargo,
sea en guerra o armonía.

De este tiempo

Sé que no hay materia que nos una,
ni la más mínima partícula de una semilla.
No hay cadenas ni rasgos que nos igualen.
Pero sé también que eso no nos aleja.

No has vestido la pretensión de ocupar un espacio,
no se te ocurrió jamás ponerte ese traje.
pero el tiempo se ha mezclado con el azar
y el porvenir fue agrandando su coraje.

Has estado en tormentas y calma,
no has soltado tu armadura.
Has sido el soldado en la vanguardia,
no has descuidado esa postura.

Y terminaste siendo lo que quizás no quisiste ser,
porque fue valiosa tu osadía.
Supiste acompañarme en cada batalla,
supiste darme aquello que ya no tenía.

Y ya no puedo disimularlo:
es algo nuevo que no destierra lo viejo.
Mi vacío no se llena con lejanía,
pero la herida cierra si me acercas tu consejo.

Necesito que lo sepas, porque es sentimiento puro:
eres mi familia, así lo siento
personaje clave de mi historia,
eres mi padre de este tiempo.

Tú sabes lo que siento

Cómo evitar que la materialidad de estos versos
pongan límites a mi pobre descripción de este momento.
Cómo lograr encerrarlo todo aquí dentro,
cómo hacer para plasmarte entera en este intento.

No entras en este poema,
Tus caricias son eternas para tan corto momento,
no alcanzan las palabras;
tu sonrisa inesperada no cabe ni en un cuento.

Cómo encerrar aquí las veces que me has levantado en mis caídas,
la infinidad de besos, la mansedumbre con la que me acomodas el pelo,
las miradas furtivas y las más dulces...

Cómo podré atar tantas tardes compartidas,
tus románticos caprichos, que son mis propósitos,
mis antojos desmedidos, que son tus ofrendas.
Tus maneras de proyectar, tus alas para desear...

Cómo encarcelar en renglones las manos tendidas,
los oídos confidentes, aquella forma que tienes de abrazarme, que me hiela los huesos...
Las lágrimas de alegría, las de bronca,
las de tristeza...

Cómo maniatar la locura que nos rodea,
el amor con el que cuidas cada cosa y cada momento;
tu rostro iluminado cuando se emociona por cualquier cosa.
Tu ternura, cómo escribir sobre tu ternura.

Cómo resumir nuestros sueños, nuestra pasión incontrolable,
nuestros fracasos codo a codo, nuestros logros y deseos.
La forma en que mueves tus manos al hablar, entusiasmada,
tu alegría al ver que todo está perfecto,
tus retos, mis gritos, los besos, los abrazos, las risas...
Tu risa. Cómo darle encierro a tu risa, a su brillo y su expandir.
De qué manera se puede poner todo eso en este poema.

Cómo puedo describir tu libertad, mi justicia,
y el hecho de saber que siempre estarás y que siempre estaré.
Cómo contar que soy feliz a tu lado, sin llenar de brillantina esta poesía,
sin ser cursi, sin aburrir.

Cómo expresar lo que siento por ti en estos versos
si se acaba el aire si lo intento
si se muere el mundo si te pienso,
Para qué hacer material lo eterno,
si tú ya sabes todo lo que siento.

A veces

A veces no importa cuántas máscaras me pruebe,
porque sé que no serán mi rostro,
aquel rostro que ha sabido reconocerse en el tiempo,
una y mil veces,
aquel rostro que no se supo mirar.

A veces no encuentro caminos para ver
la revelación que engendran tos ojos,
aquellos ojos que me han dejado genuflecto,
una y mil veces,
aquellos ojos que me saben mirar.

A veces siento que el espacio se cierra en mis frontales,
dejando demasiado detrás en mis espaldas,
espaldas que supieron llevar equipajes,
una y mil veces,
equipajes que ya no pesarán.

A veces me canso de tantas cosas mundanas,
de los gritos de sobra, de las palabras vacías,
palabras que secan nuestro jardín, 
una y mil veces,
palabras que no merecen ser.

A veces me olvido de todo lo demás,
me olvido de tu tiempo,
me olvido de tu rostro,
me olvido de tu voz,
me olvido de tus manos,
de tu ser, de tu mar,
del brillante expandir de tus alas,
del fulgor de tu esperanza,
de tu amanecer.

Es que el mundo a veces me distrae.
las horas grises llevan mi andar por otras calles,
calles que no me llevan a ti,
una y mil veces, como sueño, como deseo,
calles que no quiero encontrar.

Pero hay veces,
que las palabras son de luces nuevas,
y tu cuerpo es el camino que va al mar.
El viento trae el escampar en esos días,
y el dulce encuentro tiene lugar.

Somos de sombra y luz,
de barro y miel,
gritos y silencios,
enojos y amor,
El tiempo es duro y blando,
claro y oscuro,
como el agua o el ardor.

A veces, soy ángel otros infierno,
a veces soy dueño y otras deudor,
somos de lodo y estamos vivos,
somos de esperanza y del dolor.

Pero vale cada sombra si hay tu luz,
vale el silencio si hay tu voz,
vale la amargura, vale el sinsabor,
valen todos los “a veces”,
porque es constante nuestro encuentro,
y será eterno nuestro amor.

Poema del momento preciso

Hoy quisiera amarte
con mucho más que este simple poema,
quisiera darte más que flacas palabras,
languidecidas por los años,
gastadas por los roces.

Hoy quisiera amarte
sin fingidas posturas ni ropaje,
quisiera ofrecerte el mundo,
que no alcanzan mis manos,
que no han pasado por mi goce.

Hoy quisiera amarte
más que con rosas de cortejo,
quisiera darte lo que ya no tengo,
porque se ha caído con el tiempo,
lo que tu cuerpo no conoce.

En mis manos se secan las flores,
que no han crecido por tu pena.
No puedo darte el mar de tus sueños,
si no pongo el pie sobre su arena.

Mereces luna, mereces sol,
mereces agua en tu camino.
Te daré mi maza y mi cincel,
para que talles tu destino.

Porque hoy solo quiero amarte,
como se ama un despertar en la mañana,
como se ama a la luna,
con fuego, miel, sal y dulce encuentro,
como se ama el sonido del mar,
el viento en la cara,
y el olor a pasto en el verano.

Quiero amarte con el corazón del tiempo,
con los huesos helados,
con la piel erizada
y el cuerpo entumecido.

Quiero amarte simple y compleja,
con luz y sombra,
eterna y acabada.
Quiero amarte siempre y nunca,
de pie y sin sustento,
eterna y en un segundo;
quiero amarte cuando el sol te queme,
cuando tus manos ardan,
cuando te comas el mundo.

Tantas cosas

Qué bellos lugares del mundo he dejado caer de mis manos.
Tantos caminos no habré de pisar,
tantas historias,
tantos momentos.

Tantas palabras que no escucharé.
Tantos amaneceres no observaré,
tantas personas,
tantos aromas.

Para qué imaginar los senderos no andados,
para que pensar en lo que no tendré.
Tantos sonidos, tanta fantasía.
Para qué si eso no está en mi piel.
Si mi aventura está en tu mirada,
en el café de la mañana,
en tu amanecer.

Está en tu risa, en tu esperanza,
está en mi susurro,
que eriza tu piel.

Porque para mí eres lo que sostienen mis manos,
eres las historias todas,
los momentos, mi amanecer.

Eres los caminos, los aromas,
las fantasías y sonidos,

mis aventuras, mi mujer.