Cuando tu luz intenta aparecer,
mi pecho se inunda con tu miel
y si mi verso no encuentra una razón,
tu lo completas con tu voz,
con tu calor, tu florecer.
Y hoy comienzo a conocer
los mil girones de tu ser,
cual viento que arrastra una canción
al ritmo de mi corazón,
mi paz, mi propio enloquecer.
Y entiendo que a veces sin querer,
empaño tu dulce amanecer,
porque me olvido que mi Dios
tiene la forma de tu amor,
de tu fulgor, que es mi placer.
Será tu estrella a la vez
junto al azar y mi pretender
las que nos guíen con tu razón,
y mi aventurado corazón,
a un compartido alborecer.
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